7 Juny 20

El segundo domingo seguido de madrugón y, asombrosamente, hasta le estoy cogiendo el gusto. Y eso que la ruta no era fácil, pues Collformic no perdona ni te da ocasión para esconderte, en cuanto cruzas el primer puente sobre el Tordera, y no digamos ya al pasar el segundo y tomar esa curva a la izquierda. El paisaje estaba increíble. La montaña sin coches y con unos jirones de niebla y nubes blancas entre los valles de las que emergían telones de crestas boscosas… Un Montseny que evocaba los Pirineos, o incluso los Alpes japoneses. El bar de Seva para nosotros solos, con la lluvia pisándonos los talones. Y otra coreografía improvisada en el almuerzo ante la cámara. ¿Nos estará trastocando esto del retiro? Luego subida de Centellas en grupo, con Ramón tirando con Iván sin bajar de 20 por hora. En fin, una salida para recordar, con el grupo alegre y unido incluso en la rampa final de l’Ametlla.